
Publicado: 10 de Julio de 2020
Debe uno ser abierto en el uso de nuevas técnicas como la "Doll Therapy". Creo que la crisis sanitaria, además, puede haber servido de caldo de cultivo en las residencias para probar con nuevas ideas y paliar el impacto emocional de, por ejemplo, el confinamiento en una habitación para una persona con deterioro cognitivo. Sin embargo, también debe uno ser riguroso. A continuación, os presento una modesta revisión bibliográfica que realicé hace unos meses sobre este tema:
En los últimos años se ha podido leer en distintos medios especializados e incluso en alguno de comunicación sobre el uso de muñecas en personas con demencia y sus bondades. Comentan que la persona experimenta cambios positivos en el afecto de las personas y muestra mayor índice de implicación conductual con una tarea que en otros contextos más habituales en la residencia.
En lo personal, la imagen me resulta chocante. Realmente no sé cómo interpretarla. Siempre intento observar los procesos de atención a las personas mayores dependientes desde distinta perspectiva. Por ejemplo, como si fuera una persona externa al sector, un familiar o, en caso de la propia persona con demencia, como si fuera ella misma hace unos años, antes de manifestarse la enfermedad. En estos términos, me resulta complicado encontrar esta terapia aceptable.
En lo profesional, obtengo la misma reacción. Me he formado como Psicogerontólogo en la evitación de las conductas y actitudes edadistas. En el veto a la infantilización y al uso de materiales infantilizadores. Sin embargo, entiendo perfectamente la necesidad de apertura intelectual en un campo de trabajo en el que aún hay cosas por entender y por descubrir. También entiendo que, en lo ético, también cabe hacer balanza entre el posible perjuicio y el beneficio que se obtiene al aplicar una terapia.
Ciertamente, existe poca bibliografía al respecto al tratarse de algo relativamente novedoso si lo consideramos no como un recurso espontáneo por parte de un cuidador sino como un método terapéutico. Una búsqueda en PUBMED, en enero de 2020, utilizando como criterio “doll therapy” en “title” da como resultado 12 artículos en total. La mayoría, 11 de ellos (92%) tratan sobre personas con demencia, por lo que presumiblemente se trata de algo bastante circunscrito a este colectivo. De los 11, tan sólo 1 de ellos (9%) es una revisión sistemática.
A continuación, expongo un resumen de lo hallado.
• En el 91% de artículos se recogen resultados positivos en cuanto al uso de muñecas en personas con demencia. Estos resultados se cuentan, según frecuencia de aparición, entorno a síntomas de agitación, promoción del bienestar general, mejora de la relación con el entorno y los cuidadores, incremento de la felicidad (siendo como son la felicidad, así como el bienestar general, variables complicadas de evaluar) y descenso de la ansiedad.
• En el 45%, (5/11) se comenta sobre los problemas éticos que tienen lugar entorno a esta práctica. No sólo los derivados de su base conceptual sino también los que experimentan los cuidadores de los centros donde se lleva a cabo esta terapia. Se habla sobre lo apropiado o no del uso de muñecas al tratarse de un elemento que puede infantilizar. También sobre lo comprometido en caso de que se perciba que la muñeca es un bebé de verdad. En 3 de estos 5, se sostiene que los beneficios que se pueden obtener justifican o superan en importancia al problema ético y en 1 se invita a los cuidadores analizar la cuestión desde los principios de la bioética (justicia, beneficencia, no maleficencia y autonomía) para que cada organización pueda decidir al respecto.
• En 3 de los 11 artículos (27%) se reconoce que existe poca evidencia científica sobre esta práctica y que es necesario establecer protocolos de actuación.
• En 2 de los 11 artículos (18%) se afirma que la práctica se ajusta al modelo de Atención Centrada en la Persona, en tanto que el enfermo de Alzheimer puede decidir en el momento si interactuar o no con la muñeca. Particularmente veo que tanto puede ajustarse (empoderando en el cuidado de algo, aunque ficticio, aportando relación de afecto hacia algo…) como puede desajustarse (intentando cubrir necesidades de filiación y ocupación con algo que no es real).
• Sólo en 1 de los textos especifican sobre el estadio de la demencia, apuntando a que la terapia es aplicable en demencias de carácter moderado o grave.
• Los textos son el producto de investigaciones llevadas a cabo en Reino Unido, Italia, EEUU, o Corea del Sur, por lo que los resultados presentan cierto carácter universal.
Quiero compartir la idea de que, en las profesiones sanitarias, no todo es vocación y buenas intenciones (aunque desde luego, es un comienzo). Es imprescindible basar nuestra opinión en los hallazgos científicos y hacerla pasar por el tubo de la perspectiva ética para que sepamos lo que hacemos en nuestra praxis profesional.
Después de lo revisado rápidamente en la literatura, pienso que se debe guardar coherencia en nuestras actuaciones. Para el uso de terapias tanto farmacológicas como no farmacológicas, se exige mucha evidencia, rigor y control metodológico en la misma y resultados repetidamente contrastados. Si la terapia con muñecas no goza de ninguna de estas virtudes y, además, genera problema ético, sencillamente debe seguir trabajando en su validez de constructo y priorizar, de momento, otras terapias no farmacológicas para generar bienestar psicológico en las personas con demencia.